Adam Silver avisó a las franquicias de que habrá "sanciones significativas" para quienes descansen a sus estrellas sin previo aviso
El pasado
sábado, los Cleveland Cavaliers dieron la noche libre a LeBron James,
Kyrie Irving y Kevin Love en un partido televisado a nivel nacional.
El anterior, los Warriors y los Spurs tenían un duelo crítico por el liderato. Kevin
Durant, Kawhi Leonard, LaMarcus Aldridge y Tony Parker ya eran baja
por lesión, pero además Steve Kerr dio descanso sin previo
aviso a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y hasta Andre
Iguodala. Los partidos, programados con meses de antelación, perdieron todo
su atractivo. Y eso es un problema para la NBA, que cada temporada ingresa 2700
millones de dólares por derechos televisivos.
Cada vez
más, los aspirantes al título priman el descanso de sus jugadores sobre los
resultados. Prefieren llegar sanos y descansados a playoffs que
tener factor cancha o un cruce más favorable en primera ronda. Pero no son los
resultados, sino la imagen y la audiencia lo que preocupa a la liga. Decisiones
como ésas dinamitan los enfrentamientos estrella de la semana, los partidos con
los que la NBA espera captar nuevos aficionados o fidelizar a los más casuales.
Adam
Silver, el
Comisionado de la liga, ha mandado un comunicado a los propietarios de las 30
franquicias anunciando "sanciones significativas" para los equipos
que incumplan el reglamento de la NBA y no avisen con la antelación necesaria a
"la liga, su rival y los medios de comunicación de que un jugador no
jugará un partido por descanso". En los casos de Cavaliers, Warriors o
Spurs, los anuncios se hicieron horas antes del partido o la noche de antes, ya
sin margen para cambiar la programación, no movilizar efectivos para un
encuentro irrelevante o prevenir a los aficionados que quieran una entrada.
En 2012, David
Stern sancionó a los San Antonio Spurs con 250.000 dólares por mandar de
vuelta a casa sin previo aviso a cuatro jugadores titulares -Tim Duncan,
Tony Parker, Manu Ginóbili y Danny Green- antes de otro partido televisado
a nivel nacional contra los Miami Heat. Pero aquel castigo no impidió que la
corriente creciera. "A mí me pagan por ganar el título", dijo el
mánager general de los Cavaliers, David Griffin, justificando la
decisión de su entrenador. "No me importa demasiado la percepción que se
tenga".
Un calendario agotador
La polémica
de las rotaciones pertenece a una guerra mayor: el calendario. La fase regular
de la NBA comprime 82 partidos entre finales de octubre y mediados de abril.
Los equipos que avanzan más de una ronda en playoffs pueden superar el centenar
de partidos en una temporada. En los últimos años, el sindicato de jugadores ha
negociado para reducir el número de partidos en días consecutivos o las rachas
de cuatro veladas en cinco noches. Ya han conseguido que la temporada empiece
antes, que haya menos partidos de pretemporada y que el paréntesis del All-Star
dure unos días más para ganar jornadas de descanso, pero la lucha sigue.
De hecho Steve
Kerr aprovechó su decisión contra los Spurs para mandar un mensaje a
la NBA: sus Warriors cerraban esa noche una gira de 13 días en las que
recorrieron más de 18.000 kilómetros para jugar ocho partidos en ocho ciudades
diferentes. "Es de locos. Es uno de los peores tramos de calendario que he
vivido y eso que estoy en la liga desde 1988", aseguró.
Algunos
jugadores actuales, como James Harden, prefieren no descansar, pero
las voces más discordantes son del pasado y algunas, como Karl Malone,
tiran de demagogia o de retórica desgastada por el uso. "Si no tienes al
menos 10 años de experiencia, mueve el culo y ponte a jugar. No es un trabajo,
es jugar. Dile tú a gente de servicio mal pagada, a policías o trabajadores de
emergencias que descansen. No pueden".
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